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¿Puede la alergia afectar a nuestra microbiota?

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Seguramente has oído hablar alguna vez de la microbiota y también de la alergia. Pero ¿alguna vez te has parado a pensar si realmente están relacionadas? En los últimos años, los científicos han empezado a descubrir un vínculo muy interesante entre ambas, y lo cierto es que conocerlo puede ayudarte a entender muchas cosas sobre tu cuerpo, tu salud y tu bienestar.

En este artículo vamos a explicarte cómo se conecta todo esto, porque créeme: hay una relación entre el equilibrio de tu microbiota y cómo reacciona tu cuerpo ante ciertos alérgenos. Y entenderlo puede ayudarte a dar el primer paso para mejorar cómo te sientes en tu día a día.

¿Qué es la microbiota?

La microbiota es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro cuerpo, especialmente en el intestino. Aunque pueda sonar raro o incluso un poco desagradable, lo cierto es que necesitamos a estos millones de bacterias, virus, hongos y otros microbios para estar sanos. No solo no son perjudiciales, sino que nos ayudan a digerir los alimentos, fabricar vitaminas, fortalecer el sistema inmunológico y mantener en equilibrio muchísimas funciones.

Partiendo de aquí, debemos aclarar que cada persona tiene una microbiota única, como una huella dactilar interna. Se va formando desde que nacemos (de hecho, el tipo de parto influye mucho: ya que no es lo mismo nacer por cesárea que por parto vaginal) y evoluciona con lo que comemos, el ambiente en el que vivimos, los medicamentos que tomamos y muchos factores más.

Cuando la microbiota está en equilibrio, todo funciona bien, pero cuando se desequilibra (lo que se conoce como disbiosis) pueden aparecer todo tipo de problemas: digestivos, inmunitarios, emocionales y, como vamos a ver a continuación, incluso alérgicos.

¿Y qué es una alergia?

La alergia es una reacción exagerada del sistema inmunológico ante sustancias que, en principio, no deberían ser peligrosas. Es decir, el cuerpo identifica como una amenaza algo que realmente no lo es (como el polen, el polvo, los ácaros o ciertos alimentos) y se defiende con una respuesta desproporcionada: estornudos, picores, inflamación, urticaria, problemas respiratorios, molestias digestivas…

Las alergias son cada vez más comunes, y aunque pueden parecer simples o molestas sin más, lo cierto es que en algunos casos pueden llegar a ser muy serias, e incluso poner en riesgo la vida (como sucede con ciertas alergias alimentarias o la anafilaxia).

Se calcula que más del 30 % de la población mundial tiene algún tipo de alergia, y en muchos países europeos ese porcentaje está aumentando año tras año.

¿Qué tipos de alergia existen?

Aunque solemos pensar en la alergia al polen cuando hablamos de primavera, lo cierto es que hay muchos tipos diferentes de alergias, y estas son algunas de las más comunes:

  1. Alergias respiratorias.

Son las más conocidas y afectan sobre todo a las vías respiratorias. Aquí encontramos la rinitis alérgica (nariz congestionada, estornudos, picores) o el asma alérgico. Suelen estar causadas por el polen, el polvo, los ácaros o el pelo de algunos animales.

  1. Alergias alimentarias.

Son reacciones del organismo a ciertos alimentos. Las más frecuentes son al huevo, a los frutos secos, a los mariscos, al pescado o a la leche. En algunos casos, incluso una mínima cantidad puede provocar una reacción intensa.

  1. Alergias cutáneas.

Se manifiestan en la piel, como la urticaria o la dermatitis atópica. Pueden estar causadas por alimentos, medicamentos, productos químicos, picaduras o incluso por el sol.

  1. Alergias a medicamentos.

Algunas personas reaccionan a antibióticos, analgésicos u otros fármacos. En estos casos es fundamental identificar bien el medicamento que causa la reacción para evitar riesgos graves.

  1. Alergias por contacto.

Se producen cuando la piel entra en contacto con una sustancia que provoca irritación o inflamación. Son frecuentes con ciertos metales (como el níquel), cosméticos o productos de limpieza.

¿Por qué hay cada vez más alergias?

Esta es una pregunta que se repite mucho en los últimos años. ¿Por qué antes no había tantas alergias y ahora sí? ¿Qué está pasando con nuestro sistema inmunológico?

Hay varias teorías que intentan explicarlo, pero una de las más aceptadas es la hipótesis de la higiene. Según esta teoría, vivimos en un entorno demasiado limpio y esterilizado, sobre todo en los países desarrollados. Eso hace que nuestro sistema inmunológico no tenga con qué “entrenarse”, y empiece a reaccionar ante cosas inofensivas.

También influye la contaminación ambiental, el estrés, la mala alimentación, el uso excesivo de antibióticos y el estilo de vida moderno. Todos estos factores no solo afectan a nuestro cuerpo, sino también a nuestra microbiota.

Y aquí es donde empieza la conexión con el tema que nos interesa…

¿Qué relación hay entre la microbiota y la alergia?

Probactis nos lo confirma: la microbiota y el sistema inmunológico están profundamente conectados. De hecho, más del 70 % de nuestras defensas se encuentra en el intestino. Es allí donde el cuerpo aprende a distinguir lo que es peligroso de lo que no lo es. Por tanto, si la microbiota está alterada, ese aprendizaje se ve afectado.

Un desequilibrio en la microbiota puede hacer que el sistema inmunológico reaccione de forma desproporcionada, como sucede con las alergias. Es decir, una disbiosis intestinal puede favorecer la aparición de respuestas alérgicas. También se ha observado que las personas con alergias suelen tener una microbiota menos diversa y más inestable.

Por ejemplo, en los niños con dermatitis atópica, se ha visto que tienen menos bacterias beneficiosas en su intestino que los niños sanos. Lo mismo ocurre con algunos casos de asma y alergias alimentarias.

Además, hay estudios que indican que el uso excesivo de antibióticos en los primeros años de vida puede alterar la microbiota de forma prolongada y aumentar el riesgo de desarrollar alergias en la infancia.

¿Podemos mejorar la microbiota para reducir la alergia?

La buena noticia es que sí, se puede, aunque no se trata de una solución mágica ni instantánea: cuidar la microbiota es una forma natural y eficaz de apoyar al sistema inmunológico y reducir la tendencia a las reacciones alérgicas.

¿Cómo se puede hacer esto? A través de una alimentación rica en fibra, frutas, verduras, fermentados naturales (como el yogur, el kéfir o el chucrut), evitando el exceso de azúcares y ultra procesados, y también con el uso de probióticos específicos si un profesional de la salud lo considera adecuado.

También es muy importante reducir el estrés, descansar bien y evitar el uso innecesario de antibióticos. Todo lo que fortalezca el equilibrio intestinal puede tener un impacto positivo en la regulación inmunológica.

¿Y las terapias naturales? ¿Pueden ayudar?

Las terapias naturales tienen un enfoque holístico que encaja muy bien con este tipo de trastornos, ya que no se encargan solamente de quitar los síntomas, sino de entender qué está pasando dentro del cuerpo y ayudarlo a autorregularse.

Desde la fitoterapia, por ejemplo, se pueden usar plantas con efecto antiinflamatorio, calmante y equilibrante del sistema inmune. Algunas infusiones como la de manzanilla, regaliz o menta pueden aliviar molestias digestivas relacionadas con la disbiosis.

Y por supuesto, hay productos naturales innovadores que están ganando cada vez más popularidad gracias a sus efectos reguladores.

Otros remedios naturales que puedes considerar.

Además de los mencionados anteriormente, también existen muchas otras estrategias naturales que pueden ayudarte a mejorar tu microbiota y a reducir la predisposición alérgica:

  • La meditación y el mindfulness, que reducen el estrés, mejoran la digestión y apoyan la salud intestinal.
  • El ejercicio moderado, que estimula el tránsito intestinal y favorece una microbiota diversa.
  • La homeopatía, que algunas personas utilizan como apoyo para mejorar síntomas alérgicos sin efectos secundarios.
  • La acupuntura, que puede regular la energía corporal y ayudar en problemas respiratorios y digestivos.
  • El contacto con la naturaleza, especialmente con la tierra y los animales, que estimula la diversidad microbiana del cuerpo.

¿Y qué pasa con los niños?

En los más pequeños, todo esto cobra aún más importancia. Los primeros años de vida son muy importantes para lograr el desarrollo de una microbiota sana. La lactancia materna, la alimentación variada y natural, jugar al aire libre y evitar la sobreprotección excesiva en cuanto a higiene pueden marcar una gran diferencia.

Por esta razón muchos pediatras están empezando a recomendar estrategias naturales para fortalecer el sistema inmunológico infantil desde la base, con el objetivo de prevenir problemas futuros como alergias o intolerancias.

Así que ya ves: la relación entre la alergia y la microbiota no es casual ni anecdótica, sino más bien está respaldada por la ciencia y tiene un impacto real en cómo nos sentimos. Por eso mismo, cuidar nuestra flora intestinal es mucho más que un capricho, ya que es una forma de reconectar con nuestro cuerpo y darle las herramientas que necesita para funcionar bien.

De modo que, si últimamente notas que tu cuerpo reacciona más de la cuenta a ciertos alimentos, ambientes o estaciones del año, puede que haya algo que decirte desde dentro. Escúchalo con amor y busca acompañarte desde lo natural, desde el respeto y desde la sabiduría que tu cuerpo ya tiene. Porque en el fondo, todo está conectado: tus emociones, tu salud, tu microbiota… y hasta tus alergias.

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