El cambio climático y sus efectos negativos para el medio ambiente y la salud humana, son una realidad cada vez más aterradora. Las noticias no dejan de informar acerca de las desgracias que trae consigo esta situación, y ya son muchas las personas concienciadas sobre el tema. No cabe duda de que, para ponerle freno y revertir mínimamente el destrozo ocasionado hasta el momento, es imprescindible contar con una implicación colectiva que parta como iniciativa de los gobiernos e instituciones; pero, a nivel individual, también es posible aplicar ciertas medidas en la rutina diaria que marcarían la diferencia.
Todo el mundo sabe de la importancia de “reciclar, reducir y reutilizar”; así como de no hacer un uso excesivo de los transportes contaminantes, o derrochar los recursos de la tierra. Cada acción cuenta y, en este post, queremos hablarte de una relevante tendencia que comienza a ganar adeptos entre la sociedad: la cocina ecológica. ¿Habías escuchado este término? Tal y como nos explican desde EnergyGo, la cocina ecológica o sostenible, es una manera de elaborar los alimentos que prioriza su origen con el objetivo de reducir la huella ecológica y su impacto en el medio ambiente. Con esto se pretende controlar el uso de los alimentos procesados, puesto que son realizados en ciclos de fabricación que consumen grandes cantidades de energía. Por otro lado, la cocina ecológica también procura evitar los alimentos envasados en plásticos; el desperdicio de alimentos; y otras prácticas que no tienen en cuenta el impacto medioambiental durante y después de su producción.
Para fomentar la cocina ecológica en la rutina, hay diferentes medidas que podrías llevar a cabo y que, aunque impliquen de cierto esfuerzo y compromiso, sobre todo al principio, con el tiempo acabarán formando parte de ti.
Pon en valor los alimentos locales y de temporada
Los alimentos de producción local son aquellos que están fabricados en la región en la que se adquieren. Son mucho más ecológicos debido a que, normalmente, se dan bien en la tierra de origen y no requieren de muchos productos químicos que aseguren su crecimiento. Además, no tienen que ser transportados, lo que implica una reducción de la huella de carbono. Lo mismo ocurre con los productos de temporada. La cocina ecológica pone en valor los productos de temporada que, además, están mucho más buenos que los que no lo son. Por ejemplo, aunque estemos acostumbrados a consumir tomates durante todo el año, la temporada natural de los tomates en España es el verano. No es “normal” que nazcan en inverno, y esto hace que, para ser producidos, necesiten ser cultivados en invernaderos o ser importados de otras regiones. Más allá de la contaminación por transporte, los invernaderos necesitan grandes cantidades de energía y agua para aguantar las condiciones adecuadas, por lo que provocan una explotación excesiva de recursos.
Vigila los ingredientes y procesos de cultivo de los alimentos que consumes
Muchos alimentos, para ser producidos en determinadas zonas, mantener su conservación, o acelerar su crecimiento, contienen grandes cantidades de pesticidas y fertilizantes químicos, muy contaminantes. Según una lista realizada por el Departamento de Agricultura de los EEUU y la Administración de Alimentos y Medicamentos, los doce productos más contaminados por pesticidas, conocidos como la “Docena sucia” son, por orden: Fresas, Espinacas, Col rizada, Nectarinas, Manzanas, Uvas, Pimientos y Chiles, Cerezas, Duraznos, Peras, Apio y Tomate. Como vemos, se trata de frutas y verduras que, cultivadas en huertos privados o ecológicos, serían buenísimos para la salud.
Si de verdad quieres introducirte en el mundo de la cocina ecológica, podrías tener en cuenta la posibilidad de contactar con algún productor privado, que te vendiese directamente de la huerta sus alimentos de temporada. Si tienes tiempo y espacio, también podrías pensar en crear tu propio huerto… Es una actividad tremendamente satisfactoria.
Plantéate reducir el consumo de carne y productos de origen animal
La industria cárnica es una de las más contaminantes del país. Sobre todo, por las altas emisiones de gases de efecto invernadero que produce la cría de ganado, así como por la deforestación de nuestros bosques para la obtención de tierras de pastoreo; el consumo excesivo de agua y otros recursos naturales; o la contaminación por desechos. No hace tantos años, muchas familias se procuraban sus propios animales: cuidaban gallinas y cerdos, y hacían matanzas para disponer de carne durante todo el año. Ahora esta tradición parece impensable en muchos lugares, así que, si no estás dispuesto a ello te recomendamos que encuentres alguna granja ecológica o pequeño ganadero que te venda productos cárnicos de primera calidad. No obstante, lo mejor sería que te planteases reducir el consumo, e intentases llevar una dieta mayormente vegetariana.
La industria ovina y láctea tiene prácticamente los mismos efectos negativos y, normalmente, las granjas masivas son muy irrespetuosas con el bienestar animal. Piensa en reducir su consumo o utiliza substitutos como la avena o la soja. Evidentemente, trata de vigilar que esos sustitutos no sean importados de lugares lejanos. En este sentido, existen cada vez más opciones. Los profesionales de la panadería artesanal ecológica, Rincón del Segura, recomiendan introducir la avena ecológica de proximidad en nuestra dieta, ya que, además de estar deliciosa y no causar destrozos en el medio, su consumo aporta muchos beneficios a nuestro organismo.
Reduce los plásticos
Este punto es de sentido común. Los plásticos de usar y tirar generan muchos residuos que terminan contaminando océanos y otros medios naturales. Por otro lado, su descomposición hace que se vayan generando microplásticos que acabamos consumiendo; y tienen un grave impacto sobre nuestra salud y la de los animales. ¡Tienes que evitar el uso de plásticos de usar y tirar! No cabe duda de que, sería mucho más sencillo, si las marcas cambiasen su paquetería y forma de presentación, ya que parece que, en el supermercado, todo está precintado por un plástico. Así que tendrás que empezar haciendo un gran esfuerzo para introducir, poco a poco, alternativas como las bolsas de tela, las botellas de cristal o los recipientes de metal o vidrio.
No seas demasiado autoexigente
Este es el punto final y el más importante. Introducir todos estos cambios en la vida diaria no es sencillo. Requiere de tiempo y paciencia, así que lo más importante es ir haciendo cambios progresivos sin agobiarte. Establece límites realistas, que puedas cumplir ya que, si sientes que es demasiado desafiante, acabarás por rendirte y lo que queremos no es que apliques la cocina ecológica al 100% durante un periodo corto de tiempo, sino que intentes que sea algo que predomine en tu rutina para siempre, aunque, de vez en cuando, te permitas errar. ¡Mucho ánimo y gracias por cuidar el medio ambiente!